Argumentar contra la fe

pablo-mesías-e1417018810219La Virgen María era virgen y madre. Te lo crees o no. No cabe argumentación posible. Se puede discutir y demostrar una y mil veces que si coges tres manzanas y te comes una te quedan dos manzanas. Pero que el cerdo es un animal indigno y peligroso, no tiene discusión posible. Lo es. O no lo es. Es cosa de creerlo o no. Es cuestión de fe.

Parece que hay muchos que no se han caído del caballo todavía. No se puede argumentar contra la fe. La radicalización de la izquierda española, la podemita, la que viene de IU, bebe de las mismas estructuras mentales que la Inquisición o del mismo ISIS. Dios es Jehová. Dios es Alá. Dios es Padre. Dios es el Estado y Pablo Iglesias su último profeta. Y eso te lo crees. O no. El método científico o el diálogo socrático, la discusión bizantina quizás, todo está de más.

La fe es creer. La fe no se debate. Argumentar racionalmente a favor o en contra de un Estado claramente anquilosado, deforme y pasado de fecha es como jugar a fútbol en una piscina olímpica, llena de agua. Jugar al tenis con balones medicinales. Pedir al votante creyente de Podemos que mantenga una discusión racional es del todo un ejercicio inútil. El podemita cree. El chavista cree. Incluso algún PPSOEro cree. No se discute lo que dice el pope del asunto. No es descartable que en Ciudadanos comiencen a creer también.

Cuanto más lo rumio, más se me figura el paralelismo, quizá exagerado, quizá no, entre las grandes religiones monoteístas y el culto al Estado. Los judíos dieron paso a los cristianos y estos más tarde a los musulmanes, y de entre estos surgió ISIS, Al-Qaeda y otros radicales del tema. Antes hubo cruzados o Inquisición. Todos han teniendo su cuota de barbarie. De la misma forma el nacimiento del estado ha ido pasando por distintas formas liberticidas, unas más como el fascismo, el nazismo o los comunistas varios, y otros más moderados. Al final el populismo no es más que el grupo liberticida y quasiterrorista de turno. El que nos toca en este momento.

Todo tiene su contexto, por supuesto. Que Mariano haga política-maquillaje o directamente no-política no ayuda. Que el PSOE esté en peligro de extinción, con Carmona o Ximo Puig dando la nota aviva las llamas. Que se les salga la corrupción por los poros, pues eso. Leña al fuego.

Así que, queridos contribuyentes, no busquen argumentos. Busquen en la historia formas pacíficas de acabar con la fe, si es que las encuentran. Busquen, busquen. Las personas necesitan creer en algo, tanto da Dios como el Estado. Unos rezan. Otros votan. Pero es costumbre ampliamente extendida buscar fuera de uno mismo la solución de los problemas propios. Es más fácil que mirar la mierda que nos corroe por dentro. Es mejor echar las culpas a Franco que reconocer la propia miseria. La propia incapacidad y al fin, el propio fracaso. Y la vida no es más una sucesión de fracasos (con algún éxito entre medias, que suele ocurrir por error) y hay que encajarlos de alguna manera. Necesitamos creer, y creemos. No importa la verdad o la mentira. Que es muy fácil engañarse o que nos engañen y harto complicado convencernos de que somos unos primos, ya lo decía Mark Twain.

Y, por cierto, cuéntenme lo que encuentren. Sobre las formas pacíficas de acabar con las religiones, digo. No sea que vengan de ISIS a por mi, o el mismo Pablo Iglesias, y no tenga más opción que recibirlos con una Magnum 44. A ver si me alegran en día.

4 comentarios sobre “Argumentar contra la fe

  1. […] El Estado ha sustituido a Dios. Es un hecho. Lo venimos relatando aquí, en estas líneas, siempre que viene al caso, y el caso es que viene mucho. De la misma forma que existe tradición, instituciones e imaginería variada, distinta y profusa dependiendo de la confesión que miremos, referente al Altísimo, el Estado, como digno sustituto goza de una suerte de variopintos santos, popes, profetas, templos y todo aquello que hacen que una religión sea lo que es. Una cuestión de fe. […]

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